¿Qué es lo que motiva a mi empresa a hacer lo que hace? ¿Cuál es su razón de ser? ¿Cuál es su alma?
Todas estas preguntas pertenecen al ámbito del propósito corporativo, un concepto con el que las empresas pretenden responder a su sentido. Mientras que otros conceptos más convencionales, como la misión o la visión en una identidad corporativa, pretendían responder al qué y al cómo; el propósito pretende ir más lejos y preguntar el por qué y el para qué.
La búsqueda y el desarrollo de este propósito estimula el desempeño y el sentido de la responsabilidad en las estrategias empresariales, que comienzan a superar el valor económico para contribuir al valor compartido.
Es la idea de la empresa como un agente de transformación sostenible o de ‘force for good’ en una economía que no atiende únicamente a una finalidad financiera, la maximización del beneficio, sino que se siente parte activa de una comunidad o de un entorno natural en el que se desarrolla. Las empresas toman consciencia de que se integran en un ecosistema sobre el que impactan y se ven impactadas.
Esta economía del impacto es consecuencia también de una mayor presión social, de tendencias de consumo responsable, de una mayor presión regulatoria sobre el papel de las empresas ante la necesidad de un desarrollo sostenible.