La siguiente gráfica recoge las tres fases decisivas en la integración de los principios rectores en las empresas, de acuerdo con el enfoque del Pacto Mundial.
Fase 1. Explicitar el compromiso.
La primera fase supone la aprobación de una política de compromiso con los derechos humanos y la forma en la que se va a actuar para cumplirlo.
Esta fase también puede llevar al Consejo de Administración o órgano directivo a crear una Comisión o atribuir las funciones de responsabilidad a un directivo de la compañía.
Fase 2. Diligencia debida.
La segunda fase implica la identificación, mediante un proceso de diligencia debida, de los riesgos en Derechos Humanos.
La diligencia debida, según el Pacto Mundial, es la manera en que una empresa identifica sus principales riesgos en materia de derechos humanos y toma las medidas necesarias para prevenir y mitigar esos riesgos. Al llevar a cabo este proceso, hay que tener en cuenta los países en que se opera, los riesgos específicos del sector y analizar toda la cadena de valor de la empresa.
Una vez identificados esos riesgos se ha de crear un plan de acción dirigido a mitigarlos. Éste, deberá contar con indicadores específicos que faciliten el reporte de información.
Fase 3. Mecanismos internos y externos
La tercera fase promueve la inclusión de mecanismos de reclamación para el ejercicio de sus derechos.
Las empresas deben dar voz a aquellas personas que han visto sus derechos impactados por las acciones de la entidad. Para ello, hay poner en marcha mecanismos que posibiliten recibir quejas y reclamaciones y que ofrezcan soluciones a las mismas.